





Hay gestos que transforman, no solo a quienes los reciben, sino también a quienes los damos. Eso descubrí al unirme a la Fundación Sí a la Vida. Aquí entendí que cada acto solidario es una forma de reconocernos como parte de una misma humanidad, donde nada tiene sentido si no es compartido.
Esta Fundación me enseñó que el respeto por la vida —toda vida— es un camino de unidad y crecimiento interior. Gracias por mostrarme que el amor se multiplica cuando se convierte en acción y que cada paso que damos juntos impacta mucho más de lo que imaginamos
JORGE CASTIGLIONE
Ser parte de la Fundación Sí a la Vida es entender que ayudar no es un deber, sino una elección consciente que nos conecta con lo más noble de nuestro ser. Aquí cada persona, cada animal, cada árbol y cada niño cuentan. No somos espectadores: somos protagonistas de un cambio que empieza por uno, pero se sostiene entre todos.
Gracias a la Fundación aprendí que la solidaridad y el cuidado del ambiente no son causas aisladas, sino un mismo movimiento de amor por la vida en todas sus formas. Participar de esto me dio propósito y esperanza.
VALERIA ARIAS
Cuando conocí la Fundación Sí a la Vida comprendí que no hay diferencia más profunda que la que se disuelve cuando nos miramos desde la empatía. Esta comunidad me enseñó que todos llevamos dentro la capacidad de sanar, acompañar y proteger, tanto a otros seres humanos como a la naturaleza que nos sostiene.
Cada actividad, cada campaña y cada encuentro me recordó que estamos hechos para colaborar, no para competir; para unirnos, no para separarnos. Gracias Fundación por mostrarme que juntos podemos transformar realidades y, al mismo tiempo, transformar nuestra propia vida.
FRANCISCO BENÍTEZ